Sus siglas provienen del inglés Antilock Brake System
(aunque algunas fuentes mencionan el término alemán Antiblockiersystem). En un
principio el sistema se utilizó en aviones, pero vista su utilidad se paso al
mundo del automóvil, hasta llegar a que hoy en día prácticamente la gran
mayoría de coches del mercado lo traen de serie el ABS.
La principal misión es evitar que los neumáticos pierdan
adherencia con el suelo durante el frenado e impedir el bloqueo de las ruedas.
Esto tiene grandes ventajas a la hora de realizar una frenada de emergencia,
mejorando de esta manera la seguridad activa del vehículo.
Los vehículos equipados con ABS tienen de un sensor
electrónico de revoluciones en cada rueda, el cual es capaz de averiguar cuándo
una rueda está a punto de bloquearse.
Cuando uno de los sensores detecta esta
situación (normalmente durante las frenadas bruscas o de emergencia), quiere
decir que el vehículo va a comenzar a deslizarse sobre el suelo sin control.
En ese momento, el sensor manda una orden a la centralita de
control del ABS para disminuir la presión del circuito de frenado sobre la
rueda, evitando que se bloquee.
Por último, cuando el sensor detecta que se ha evitado el
bloqueo, de nuevo da una señal a la centralita para que la presión de los
frenos aumente.
Este proceso es prácticamente instantáneo, ya que se repite
varias veces por segundo, por ello este sistema está siempre que no se produzca
el bloqueo, y actuando sobre el sistema de frenos en caso de que sea necesario.
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